SIGUE EL ASALTO EN TODA REGLA AL ENTORNO ESCURIALENSE

 


 

Propuesta para un complejo religioso en Prado Nuevo, El Escorial (junio 2021)

Durante este semestre han salido a la luz una serie de proyectos que causarían un daño irreparable al medio ambiente y paisaje de nuestra comarca. En febrero se lanzó de nuevo el viejo plan para construir una variante de la M-600 en El Escorial, un proyecto cuyo único motivo es especulativo - salvar el fracasado Ensanche y hurtar unos miles de metros cuadrados más de monte preservado.

 

En mayo se publicó en el BOE otro plan especulativo, para construir una línea aérea de alta tensión entre Peguerinos y Galapagar - con 11,28 kilómetros del trazado en el término municipal de El Escorial. De nuevo, con otras asociaciones, hemos presentado alegaciones, bien documentadas, para detener esta barbaridad - que traería torres de hasta 60 metros, talas masivas de árboles, afecciones a humedales protegidos, la destrucción del paisaje del Territorio Histórico de la Gran Cerca de Felipe II y con la línea de alta tensión a escasos metros de algunas viviendas.

 

Durante este mes de junio se han difundido unos planes para construir un macro-centro religioso en Prado Nuevo, que es suelo no urbanizable de especial protección, y otro proyecto para un enorme aparcamiento en la zona del SAU-2 (polígono Miravalle, San Lorenzo). Tras la moción para relajar la normativa urbanística del poblado medieval de Navalquejigo, estamos a la espera de una gran modificación de las normas subsidiarias de El Escorial que podría traer nuevas sorpresas, especialmente en una franja en Los Arroyos que aborda la finca del El Cerillo (frente la estación de Las Zorreras), Navalquejigo y el Club del Real Sitio.

 

Estaremos vigilantes este verano para detectar más maniobras especulativas y estaremos preparados para continuar las batallas este otoño. Sin embargo, hay que reflexionar sobre lo qué está pasando y por qué nuestra zona se ha vuelto a convertir en el epicentro de la especulación en la Comunidad de Madrid, algo que también pasó durante los años de la burbuja. Lo peor es que, en vez de atajar estos proyectos destructivos, proteger nuestro patrimonio natural e histórico y preocuparse por los problemas reales de la ciudadanía, las administraciones locales y regionales están alentando este ataque sin cuartel.  

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