UNA MAGNÍFICA CHARLA SOBRE LAS DEHESAS


El viernes 21 de noviembre Entorno Escorial organizó un acto en la Casa de la Juventud de San Lorenzo sobre las dehesas de la Comunidad de Madrid, y en especial sobre las de la comarca escurialense. La ponente, Pilar Lacasta, explicó los valores históricos, ambientales, territoriales y paisajísticos de estos espacios antrópicos y agrosilvopastoriles, surgidos en la Edad Media y mantenidos durante muchos siglos por la sabiduría popular.
La primera mención de una dehesa es en el Fuero Juzgo (654) que habla de los “predios defeçados” y se extendieron mucho durante la reconquista las dehesas boyales (de los bueyes), especialmente en las tierras pobres y graníticas de Zamora, Salamanca, Caceres y en el piedemonte madrileño que no valían para el cultivo. Las “defesas” fueron importantes durante la Mesta para proteger los terrenos comunales de los grandes rebaños de ovejas. Con el aumento demográfico en el siglo XVI hubo cada vez más dehesas combinadas, de pastoreo y de labor.

Actualmente hay 5.741.557 hectáreas de dehesas en España, un 25% de la superficie del estado y la mayor parte son de encina y alcornoque. Unas 793.198 ha. son de árboles caducifolios: roble melojo, quejigo, fresno, castaño y haya. En la Comunidad de Madrid hay dehesas por todo el territorio, pero destacan las del piedemonte de la Sierra de Guadarrama (entre 800-1000 metros de altura).

Las dehesas tienen un gran valor paisajístico porque muchas veces rompen el paisaje de campos cercados y porque, en la Sierra, tienen un relieve interesante. Aflora el granito y, por el mal drenaje, hay lagunas y humedales estacionales (ej. las Lagunas del Castrejón, la Granjilla, Las Radas). Además tienen una gran importancia ambiental y forman el territorio de campeo de muchas aves rapaces en peligro como el águila imperial.

Finalmente, la profesora Lacasta enumeró las amenazas que sufren las dehesas: el urbanismo salvaje (ej. el Coto de Monterrey en la N1) y la Ley VIRUS; el abandono de las prácticas ganaderas y el asilvestramiento; la replantación con pinos pagado con subvenciones de la UE; las “alfombras voladoras” de los campos de golf (ej. Moralzarzal).

Después de la charla hubo un animado debate entre los asistentes sobre temas como el desprecio de las autoridades por las dehesas, la gestión pública vs. la gestión popular y cómo la conservación de las dehesas públicas durante siglos ha demostrado la viabilidad de un modelo comunitario (contra la tesis de la Tragedia de los comunes).

En resumen, con Pilar Lacasta disfrutamos de una clase magistral sobre un tema apasionante y esencial para la conservación de nuestro territorio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Observo con preocupación y perplejidad el contenido del artículo ya que por desgracia no pude asistir a la charla. Se afirma (sin demostración científica) que el asilvestramiento es una amenaza para las dehesas, lo cual es profundamente erróneo y contradictorio.

Estamos ante una crisis ecológica, de funcionamiento de los ecosistemas y de pérdida exponencial de biodiversidad, cuyo fundamental responsable es la actividad humana, y sin embargo todavía hay quienes pretenden convencernos de que es promover y perpetuar la intervención humana en los ecosistemas la solución a su conservación. Es evidente lo contradictorio y el sinsentido del argumento.

Una dehesa no es un ecosistema, en cuanto que sistema natural, espontáneo, autónomo y autosostenible, sino que es un agrosistema, o como dice el artículo un "espacio agrosilvopastoril". Es decir un jardín creado por la intervención humana donde sus elementos han sido seleccionados caprichosamente sin atender al funcionamiento del ecosistema, sino solo para satisfacer ciertas necesidades de la especie humana, y que por sí solo, como un clásico jardín y a diferencia de los ecosistemas, lógicamente no se sostiene. Si una dehesa deja de sufrir la acción humana, empieza a dar pasos para recuperar su equilibrio, acercándose poco a poco a lo que fué en su día: el ecosistema original, el bosque primario mediterráneo, cuyo valor es biológica y culturalmente incomparable al de un jardín. Es un absurdo y es grave desde el punto de vista de la divulgación que se afirme que la salvación de un ecosistema enfermo es más intervención, más ajardinamiento, justamente lo que ha llevado al ecosistema a la situación de amenaza. No, la salvación de las dehesas es precisamente dejar de intervenirlas y alterarlas. Es asilvestrarlas. Es más ecosistema y menos agrosistema, menos jardín.

En este país siempre vamos al revés y este asunto de las dehesas es otro estupendo ejemplo. Mientras desde Europa se afianza la iniciativa del reasilvestramiento (Rewilding Europe) aquí algunos, quizá con intereses, insisten en proponer la intervención humana perpetua como solución a la crisis ambiental. Descabellado.

Para muestra un botón:
http://www.efeverde.com/noticias/el-cambio-climatico-y-el-pasto-en-las-dehesas-dificulta-la-conservacion-de-encinas/

Hubiera sido un buen contrapunto a la charla la asistencia de un ecólogo o un biólogo de la conservación. Me pregunto por qué estos expertos en ecosistemas y en conservación nunca tienen voz cuando deberían tener precisamente toda la atención mediática. Supongo que esto también se debe a intereses.

La investigación, la conservación real y la divulgación deben ir de la mano, de lo contrario corremos el riesgo de despistarnos y considerar que la solución a los problemas de los ecosistemas es perpetuar esos problemas. Y la restauración de los ecosistemas originales, de los bosques primarios no alterados, es una necesidad acuciante.