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Rosa Martínez y Florent Marchellesi (EQUO) han escrito un artículo interesante sobre la aportación que puede dar la ecología política a "Ganemos", el movimiento ciudadano que está surgiendo en las ciudades para presentarse a las elecciones municipales del 2015 (ej. Guanyem Barcelona con Ada Colau). Un breve resumen de sus ideas:
Conceptos:
1- La necesidad de aceptar que la era del crecimiento ha terminado.
1- La necesidad de aceptar que la era del crecimiento ha terminado.
2- Las ciudades, con su enorme consumo energético, son la clave para la supervivencia humana.
3- Estamos inmersos en una "crisis de civilización" y no solamente en una "crisis de régimen".
Propuestas prácticas:
1- El final de la expansión urbana.
2- Un proceso de reciclar y revalorizar las ciudades existentes. La rehabilitación de edificios para reducir el consumo energético y como fuente de empleo verde.
3- La relocalización de las actividades productivas para fomentar la producción local y evitar los traslados largos (ej. los huertos urbanos).
4- La movilidad sostenible (peatonal, bicis, transporte público etc.)
5- Re-equilibrar el balance entre ciudad y campo y revalorizar el trabajo en el campo.
6- La participación ciudadana para democratizar la ciudad.
7- Un cambio de valores y mentalidad (ej. cambio en los hábitos de consumo).
Artículo completo:
En nuestro país la política local ha replicado el modelo
político existente a nivel nacional. En muchos casos, especialmente en
las grandes ciudades, la política local se ha alejado de la ciudadanía y
de sus necesidades directas. Se ha apostado por inversiones millonarias
en proyectos insostenibles y de poco o nulo valor social, poniendo el
acento en los intereses económicos y no en sus habitantes. No es de
extrañar, por tanto, que sean Barcelona y Madrid las ciudades en las que
sus dos iniciativas ciudadanas municipalistas han abanderando el
movimiento ciudadano para recuperar el protagonismo de la política local
y cambiarla profundamente.
Sin embargo, más allá de las pésimas políticas locales de
los últimos años, los diferentes Ganemos surgidos por toda la geografía
son hijos del momento de hartazgo político en el que vivimos. La
indignación empieza a transformarse en acción con el 15M. El
empoderamiento ciudadano y la toma de conciencia de la responsabilidad
individual que cada uno tenemos en la transformación social han
permitido que desde 2011 muchas personas canalicen su activismo político
en movimientos ciudadanos de todo tipo (contra los desahucios, por un
nuevo modelo energético, por una democracia real...), pero también en
nuevos partidos políticos que apuestan por nuevas formas de hacer
política (EQUO, Partido X, Podemos…).
En estos años hemos entendido que la acción y
transformación desde abajo son imprescindibles para el cambio. De la
misma manera, la negligencia e incompetencia de los poderes públicos
ante la urgencia democrática, social y ecológica (así como su
connivencia con el poder económico) nos ha demostrado que la presencia
en política es igualmente irrenunciable. Es decir, necesitamos tener un
pie en la calle y otro en las instituciones. Lo innovador de estos
movimientos de participación política es que surgen como espacios de
confluencia entre el activismo social y local y el activismo político.
Pero, ¿quiénes son los Ganemos?
"Somos la gente" decía Ada Colau en la presentación de
Guanyem Barcelona. Y eso es lo que son estos movimientos, la ciudadanía,
personas: afiliadas a partidos políticos o no, activistas sociales y
locales, personas sin adscripción que no militan ni participan en
ninguna organización, con o sin ideología política. Gente que comparte
un deseo: acceder al poder institucional para rescatar a las personas y
el Planeta.
Y ese es el alma de los Ganemos. Personas que se reúnen en
espacios de confluencia en torno a una causa común. Están surgiendo por
todo el territorio, siempre en clave local y respondiendo a las
características ciudadanas, políticas y militantes de cada lugar. No hay
fórmulas universalmente aplicables para organizar óptimamente estos
espacios. La experiencia de Guanyem Barcelona o Ganemos Madrid surgida
desde la ciudadanía y los movimientos sociales puede no ser replicable
en ciudades donde no exista ese humus de activismo social más o menos
organizado ni tradición de autogestión o autoorganización de la
ciudadanía.
En estos casos, pueden ser los partidos políticos
(evidentemente, aquellos que comparten el objetivo de recuperar la
política para la ciudadanía) los que sirvan de catalizador para el
lanzamiento de un Ganemos.
Sería un error fijarnos sólo en el origen o grupo promotor
de cada uno de los movimientos para decidir si es un movimiento
ciudadano o la tan temible "sopa de siglas de partidos". Consideremos en
cambio si tienen una actitud incluyente o excluyente, cómo se toman las
decisiones, cómo se organizan sus integrantes (partidos políticos,
movimientos sociales y personas sin adscripción), sus normas de
funcionamiento interno, su compromiso con la igualdad de género y la
radicalidad democrática, y por supuesto unos principios y causas comunes
irrenunciables que deben ser asumidos por todas las partes. Nuestra
apuesta: ecología política, democracia, equidad y feminismo.
El reto de hacer política sin parecerse a la política que queremos cambiar
Los Ganemos se integran en (y han integrado) las exigencias
de regeneración democrática que la sociedad está reclamando. La
distancia entre la clase política y la ciudadanía, el secuestro del
interés general en nombre del beneficio de unos pocos y los escándalos
de corrupción son los elementos que se quieren desterrar en las "nuevas
formas de hacer política".
En primer lugar, se exige una mayor participación ciudadana
y una democratización de la toma de decisiones y del funcionamiento
interno de los partidos políticos. Esto, trasladado a los Ganemos, ha de
traducirse en una organización horizontal donde las decisiones se tomen
de forma asamblearia y que la delegación de responsabilidades se
asiente en estrictos procesos de rendición de cuentas. Además de la
horizontalidad organizativa, deben ofrecer mecanismos de participación
ciudadana en su desarrollo: contactos y consultas con asociaciones
vecinales, reuniones abiertas en torno a temas de interés, etc.
En este sentido, una de las claves es la elección de las
listas electorales. A estas alturas, nadie duda ya de que deben hacerse a
través de primarias abiertas en las que participe toda la ciudadanía.
No deben pactarse puestos de salida entre las organizaciones más fuertes
(sean partidos políticos o movimientos sociales), pero sí puede ser
deseable en algunos casos establecer ciertos mecanismos que aseguren la
diversidad del movimiento. Lo que sí nos parece necesario es establecer
criterios organizativos que garanticen la igualdad de oportunidades
entre todas las personas candidatas con independencia de los recursos
con los que cuente la organización en la que milita.
Otra cuestión irrenunciable es la paridad y, desde nuestro
punto de vista, las listas cremallera. De hecho, la participación de las
mujeres es otro de los grandes retos democráticos y participativos de
estos espacios de confluencia entre activismo social y político. Los
Ganemos pueden ser el canal ideal para fomentar y animar a las mujeres
activistas en movimientos sociales y organizaciones locales a dar el
paso a la política institucional en su pueblo o ciudad. Tienen que
asegurar que se recoge la experiencia en política no institucional de
las mujeres y que éstas son parte activa y visible de los movimientos:
queremos movimientos ciudadanos liderados por mujeres. En este sentido
que Ada Colau e Inés Sabanés sean una de las cabezas más visibles y
mediáticas de Guanyem Barcelona y Ganemos Madrid, son dos excelentes
ejemplos y un modelo impagable de liderazgo de mujeres en política
local. Al mismo tiempo, hay que hacer un trabajo de base y sistemático
que haga de estos nuevos espacios de participación políticos lugares
amables para las mujeres, en los que no encuentren los tradicionales
impedimentos y condicionantes que o bien limitan su participación o bien
la desmotivan.
Por último, sólo mostrando coherencia en el discurso y en
las prácticas relativas a la regeneración democrática se puede recuperar
confianza de la ciudadanía en la política. La transparencia en el
funcionamiento de la plataforma hacia el exterior debe ser irrenunciable
y rigurosa (publicación de actas, documentos, presupuestos, reuniones,
etc.) Además debe mostrarse una tolerancia cero con la corrupción y la
financiación debe ser transparente e independiente de los bancos. No se
puede olvidar, tal y como establece EQUO en su resolución de apoyo a
los movimientos ciudadanos, un compromiso de control ciudadano de los
cargos electos y un código ético que sea cumplido escrupulosamente en lo
referente a ingresos, contrataciones de cargos técnicos o la actividad
en plenos.
¿Qué puede aportar la ecología política a los Ganemos?
La lógica de los Ganemos, y así lo están sabiendo ver todos
sus actores, es la de llevar y defender en las instituciones a las que
llegue una política orientada hacia las personas. Deben saber articular
su propuesta más allá de la indignación y de una simple reacción contra
las política de recortes y neoliberales. Deben ser propuestas en
positivo e ilusionantes, que reflejen un cambio de modelo en la ciudad.
Tal y como hizo Guanyem en su manifiesto, sería un acierto introducir
transversalmente democracia, justicia y ecología para darle un contenido
y una trascendencia política potente al proyecto político que
representan.
Por su parte, la ecología política debe alimentar estos
movimientos ciudadanos. Entre otras cosas, puede ayudar a construir
programas coherentes y alternativos, y que den soluciones completas,
creíbles y a largo plazo a los retos sociales, democráticos y
medioambientales. Integrar los tres aspectos en las políticas locales es
clave para invertir en un modelo socioeconómico que ponga a las
personas en el centro, siempre respetando los límites del Planeta.
Porque si bien se trata de ganar y llegar al poder, hay que hacerlo con
un rumbo e ideas claras. Hay que ganar el poder para enfrentarnos al
derrumbe progresivo de la sociedad productivista y consumista, imaginar
juntos una sociedad alternativa y deseable, y avanzar hacia un nuevo
modelo de ciudad.
En este sentido, la ecología política juega un papel fundamental porque nos muestra que:
1. La era del crecimiento, la del consumo de masas, con
energía barata y abundante, basada en el tener más para vivir mejor, ha
terminado. Para siempre, porque no es posible que vuelva y porque
tampoco es deseable. El crecimiento se ha convertido en una obsesión
patológica moderna, es decir un factor de crisis que genera falsas
expectativas, obstaculiza la búsqueda de bienestar y amenaza el planeta.
El crecimiento ya no es la solución, es un problema central (1).
2. Dentro de este nuevo paradigma "post-crecimiento", las
ciudades -cunas de los Ganemos- son nudos gordianos. Las ciudades
consumieron en 2006 en torno al 67% de la energía primaria mundial y
fueron responsables del 71% de las emisiones de gases de efecto
invernadero relacionados
con los combustibles fósiles. Por tanto, para garantizar la
supervivencia civilizada de la humanidad, es urgente cambiar de raíz
nuestras ciudades, puesto que ellas son a la vez el reflejo de un modelo
socio-económico insostenible e injusto y un sujeto activo del cambio
global.
3. Esto es más que una crisis económica y de régimen: es
una crisis de civilización. Como bien analiza el manifiesto Última
Llamada (2), "es fundamental que los proyectos alternativos tomen
conciencia de las implicaciones que suponen los límites del crecimiento y
diseñen propuestas de cambio mucho más audaces. La crisis de régimen y
la crisis económica sólo se podrán superar si al mismo tiempo se supera
la crisis ecológica. En este sentido, no bastan políticas que vuelvan a
las recetas del capitalismo keynesiano. (…) Un nuevo ciclo de expansión
es inviable: no hay base material, ni espacio ecológico y recursos
naturales que pudieran sustentarlo".
Para generar respuestas a la altura del desafío social,
económico y ecológico actual, es primordial que los Ganemos asuman estos
puntos de partida y que consigan trasladar a nivel local la necesidad
de esta gran transición: "de la ciudad de la expansión ilimitada a la
ciudad adaptada a los límites de biocapacidad glocal" (3), es decir
hacia una ciudad de la justicia social y ambiental. Para construir esta
ciudad donde seamos capaces de vivir bien y felices dentro de los
límites ecológicos del Planeta y de forma democrática y solidaria, la
ecología política aporta una serie de ideas clave (4).
- Adecuar la ciudad y su territorio a su biocapacidad: cada
ciudad, o mejor dicho comarca, debe tener en cuenta la capacidad de
carga de su territorio para la reorientación de su organización
socio-económica. En particular, hay que calcular la cantidad de tierra
agrícola necesaria para abastecer a la población y compararla con los
usos actuales para determinar cuál es la necesidad de superficie agraria
y crear una reserva de suelo al respecto.
- Parar el crecimiento de las ciudades: Es preciso poner
fin a la expansión urbana y tener un plan de contención de la
urbanización y la artificialización del suelo. Al mismo tiempo, también
es preciso poner fin a la construcción de grandes infraestructuras de
transporte que conllevan el "sprawl" urbano, el uso intenso de energía
fósil o del coche.
- Reciclar y revalorizar las ciudades existentes: no existe
necesidad de construir más sino de repartir mejor el stock de viviendas
(hay más de 3 millones de viviendas vacías en España), sin aumentar la
presión sobre el suelo y además haciendo efectivo el derecho a la
vivienda para todas y todos. Por otro lado, la rehabilitación se sitúa
como un eje prioritario 1) ecológico, puesto que permite grandes
reducciones del consumo energético y de la emisión de CO2, 2)
socio-económico porque es una enorme fuente de empleo verde (5).
- Relocalizar las actividades: debemos construir un modelo
económico donde primen las distancias cortas, es decir donde produzcamos
localmente lo que consumimos localmente: huertos urbanos,
descentralización de la producción de energía renovables, puesta en
marcha de monedas locales que favorecen el comercio de cercanía,
cooperativas o grupos de consumo que relacionen sin intermediarios a
personas productoras y consumidoras a nivel local y privilegien un modo
de vida ecológico.
- Favorecer una movilidad sostenible: Significa apostar
prioritariamente por el peatón y la bici, así como el transporte
colectivo, reduciendo el uso del coche. Supone a su vez construir
ciudades policéntricas, donde se supere el urbanismo funcionalista (que
separa por sus funciones las diferentes zonas de la ciudad: comerciales,
dormitorios, actividades económicas, ocio; y que requiere el coche como
elemento vertebrador) y se apueste por la mezcla de actividades y usos
en nuestros barrios.
- Reequilibrar ciudad y campo: esto supone por un lado
fomentar la reconversión de tierras hoy dedicadas al monocultivo (como
puede ser el agroforestal) en tierras cultivables. Además de ser una
fuente de empleo importante (6), implica revalorizar también el trabajo
en el campo y el papel del campesinado en nuestra sociedad, y plantear
un reequilibrio progresivo del reparto de población entre campo y
ciudad.
- Democratizar la ciudad: el tamaño desmedido de las
ciudades aleja considerablemente la ciudadanía de los ámbitos de
decisión. Sin embargo, ciudades como Porto Alegre (un millón de
habitantes) han puesto en marcha presupuestos participativos que siguen,
en teoría, un sistema abajo-arriba donde las asambleas de barrio
discuten las propuestas y sus representantes las acuerdan en asambleas
del conjunto urbano. Para ello, se requiere una ciudad o un territorio
policéntricos: a escala humana (es decir a pie o en bici) y de
democracia directa, que luego se coordine de forma supralocal (comarca,
cuenca hidrográfica, región, Estado, Europa) a través de mecanismos
también democráticos y transparentes.
- Cambiar de valores y de mentalidad: No habrá disminución
radical de la huella ecológica sin un cambio de mentalidad y de hábitos
de consumo. En el ámbito de la movilidad sostenible, un buen ejemplo es
el "Car sharing", o desde una visión global, las cooperativas de
viviendas, que practican la cesión de uso, ponen en común espacios y
electrodomésticos entre los habitantes, apuestan por la
biorehabilitación y fijan precios asequibles y justos.
Creemos que con estas condiciones, las iniciativas
ciudadanas municipalistas estarán dando respuesta a la demanda ciudadana
de cooperación frente a las políticas neoliberales y de recortes. Pero
además, lo hacen con el valor añadido de no ceñirse a los partidos
políticos, sino que suman e integran a otras organizaciones sociales y,
lo que es más importante, a la ciudadanía. Y todo ello, cooperando por
una causa común: ganar la política local para las personas.
Notas
1. Véase Gadrey, Marcellesi, Barragué (2013): Adiós al
crecimiento. Vivir en un mundo solidario y sostenible (El Viejo Topo) o
el artículo Marcellesi (2013): "De la sociedad del crecimiento a la
sociedad del vivir bien"
2. Véase en su web
3. Esta transición nos tendría que permitir al mismo tiempo
alcanzar un decrecimiento del 45% de la huella ecológica media de las
ciudades calculada para el año 2005 y mantener un Índice de Desarrollo
Humano alto (es decir superior a 0,8 según Naciones Unidas). Véase
Orcáriz, J., Prats, F. (2009):Informe Global España 2020/50. Programa
ciudades. Hacia un pacto de las ciudades españolas ante el cambio
global. Centro Complutense de Estudios e Información Medioambiental.
4. Para más detalles, véase "Ciudad y decrecimiento: los retos ecológicos de la urbe del siglo XXI" (Marcellesi, 2013).
5. Según un informe del Conama, la reforma de 10 millones
de viviendas en el Estado español hasta 2050 para reducir su gasto de
calefacción un 80% y cubrir un 60% de las necesidades de agua caliente
puede generar unos 130.000 al año empleos nuevos en una primera fase de
aquí a 2020.
6. Según varias hipótesis, se necesitaría en torno a un 30%
más de trabajo si se pasara de la agricultura industrial a una
agricultura mayoritariamente ecológica. Por otro lado, la relocalización
de la producción y una apuesta decidida por la soberanía alimentaria es
una gran fuente de empleo. Por ejemplo, en Euskadi si se planteara un
objetivo de autoabastecimiento agrícola del 20% (hoy es del 5%), esto
supondría la dedicación de más de 330.000 Ha. y el aumento de la
población activa de 1.5% hasta el 5% (25.000 puestos de trabajo).
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