FELIPE II Y LAS DEHESAS ESCURIALENSES

Foto: Pilar Lacasta

-->En su charla el 21 de noviembre, la profesora Pilar Lacasta (UAM) señaló la importancia de las dehesas en el territorio del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y las instrucciones detalladas del monarca, Felipe II, en esta materia. La preocupación del monarca por la conservación contrasta con la actual desidia y el desconocimiento de los gobernantes actuales hacia estos espacios tan valiosos.
En la carta fundacional del Monasterio (1567), Felipe II estableció la prohibición de cultivar las dehesas:

”por cuanto las dehesas de La Herrería y La Fresneda con sus prados… por el sitio y suelo en que están son mejores e mas aptas para la hierba e sostenimiento de los ganados que no para romper ni labrar, y demás desto por ser tan cerca como son del dicho Monasterio y para la vista y ornato y uso de ellas están así muy mejor, es nuestra voluntad y expresamente prohibimos que agora ni en ningún tiempo no se puedan romper ni labrar en todo ni en parte de nuevo en ellas, sino que estén y finquen así dehesas y prados de hierba…”

Felipe II daba instrucciones para el cuidado y la conservación de las dehesas:

“Importa mucho la conservación de los montes y pastos de San Lorenzo y especialmente la dehesa de la Herrería y la Fresneda, porque, si no se tiene muy particular cuidado de ellos los destruirán muy brevemente…”

Unos años más tarde el rey entró en los detalles de la gestión del pastoreo:

“Que la dehesa de la Herrería puedan entrar a pastar los bueyes de su Magd desde primero de mayo de cada un año aviendola hecho rregar y guardar desde principio de henero no consintiendo entrar en ella ningún ganado mayor ni menor en todos los quatro meses de henero hebrero março y abril, ni en estos meses consentir cortar en ella leña sino fuere renovando fresnos porque como se rriega la carretería haze al suelo notable daño y mereze conservarla y tenerla en mucho”.

En los últimos años de su vida, Felipe II volvió al tema de las dehesas:

Y porque lo que mas ymporta a la conservación desta haçienda es con amor, visitarla a menudo, y ver por el ojo, como se trata el monte y sile hurtan. Que ay vecinos ael y las paredes q dividen los términos y hacen mojoneras que no se caygan, y si se cayeren q luego se reparen, pues son de piedra seca y si cal, y de tan poca costa…” (11 octubre 1589)

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