Las dehesas de la zona meridional del Sistema Central constituyen uno de los patrimonios históricos territoriales en paisajes agrarios más interesantes de Madrid. Localizadas muchas de ellas en un ámbito de alto interés urbanístico, persisten sin embargo estos testimonios de los paisajes ganaderos que se fraguaron en la Edad Media y que en el interior de sus cercados de piedra recogen tanto la rica historia medieval de la transierra, como la gran variedad de matices medioambientales de la zona.
La dehesa constituye un elemento esencial del mosaico de paisajes rurales tanto de la sierra como del piedemonte del Sistema Central, por su importancia superficial y por tratarse de uno de los elementos históricos del paisaje ganadero más persistentes en el tiempo. En origen, la palabra dehesa procede del latín deffesa, terreno protegido del libre pastoreo. La dehesa tradicional es una explotación agrosilvopastoril, dedicada fundamentalmente a la ganadería extensiva que se caracteriza por ser un pastizal arbolado con diversas especies de Quercus: encina (Quercus ballota subs. ballota), la más frecuente, acompañada a veces de enebro (Juniperus oxicedrus), quejigo (Quercus faginea), roble (Quercus pyrenaica), alcornoque (Quercus suber) y, en algún caso, castaño (Castanea sativa).
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