LAS SIETE VIDAS DE UN BOSQUE INCENDIADO

A mediados de septiembre un equipo de 20 Minutos vino a San Lorenzo para ver la recuperación del bosque en el Monte Abantos. Ya ha salido el artículo en el mensual de 20 Minutos: Las siete vidas de un bosque incendiado. Además de comentar los terribles efectos de los incendios y el largo proceso de recuperación de un bosque quemado (como en Abantos), el artículo trata temas muy importantes como el cambio climático, la importancia de las especies autóctonas y la gestión forestal. Nos parece muy interesante un párrafo del reportaje en que se comenta la importancia de ver el bosque como oportunidad y no como estorbo. Hace falta gestionar de forma sostenible el bosque autóctono para aprovechar su madera y biomasa, para dar empleo en zonas rurales y para evitar incendios. 

La historia de nuestros bosques es la historia del hombre. En la Península abundan bosques jóvenes, y también un gran número de monocultivos, según denuncian en Ecologistas en Acción. "Solo el 13% de nuestros bosques están debidamente gestionados, a pesar de que la ley obliga al 100%", alega Raúl de la Calle, secretario general del Colegio de Ingenieros Forestales. "Los recortes en materia forestal han sido dramáticos», concluye. Una combinación inflamable. Hasta los años 50 la política agrícola había fragmentado o exterminado el espacio arbóreo. Fue a partir de las migraciones rurales y de la pérdida de la rentabilidad de los bosques, la mayoría en manos privadas, cuando la naturaleza ha ido ganando terreno. "Hay un dicho que dice bosque rentable, bosque que no arde", recita Raúl de la Calle. Hoy muchos de los cortafuegos que conformaban los campos arados han desaparecido; las ovejas y cabras, grandes limpiadoras de la biomasa, dejaron su función. Y el gran conflicto: cuanta más masa forestal menos CO2 en la atmósfera y mejores acuíferos, pero también mayores incendios.
"Deberíamos analizar cuánto nos da el bosque económicamente. Si tuviéremos que producir nosotros sus beneficios naturales, saldría bastante más caro que gestionarlo", explica Francesc Giró, director de la ONG Acciónatura. Uno de los problemas es que los humanos viven cada vez más cerca de estos bosques en expansión y sin cuidados, lo que convierte en un problema económico y social lo que sería en principio un daño biológico. La vida humana no rebrota. Un equilibrio difícil frente a un futuro con previsible escasez de agua. "Los incendios son cada vez más virulentos, porque se ha pasado de un exceso de destrucción de la biodiversidad al total descuido», explica Miguel Ángel Hernández, de Ecologista en Acción.  "Y las condiciones climáticas son cada vez menos favorables", sentencia.
Gran parte de la masa forestal arrasada es comida por un número pequeño de  incendios, los de alta intensidad, aupados por condiciones meteorológicas extremas, algunos con pérdidas irrecuperables como el producido este año en el parque nacional de La Gomera. "Los grandes incendios son cíclicos. Como nadie saca provecho los bosques, son como bombonas preparadas para explotar", asegura el biólogo Pere Alzina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con lo que se comenta. Además creo que si los bosques españoles son un polvorín en determinadas épocas del año la Administración española debería hacer algo por informar y prevenir a la población, al menos, pero no es el caso, y cada año cientos de personas son también víctimas por imprudencias sin quererlo ni buscarlo, simplemente porque no saben o no han sido informados que están próximos a zonas con un elevado riesgo de incendio que en la mayoría de ocasiones no está señalizado. Se podría hacer mucho más de lo que se hace en la actualidad para minimizar el riesgo de incendios.