Foto: Rosa Galofre |
El viernes 17 de enero, el profesor Emilio Blanco dio una charla estupenda en el salón de actos, lleno hasta la bandera, de la Casa de Cultura de San Lorenzo. Explicó qué es la etnobotánica y por qué es tan importante rescatar y conservar la sabiduría rural sobre la flora y los usos tradicionales del campo antes de que desaparezcan. Centró su charla en el uso de las plantas en ambas vertientes de la Sierra de Guadarrama.
La etnobotánica estudia los aspectos principales de la utilización de la flora por los seres humanos: la alimentación; la medicina; la tecnología (las herramientas para la agricultura, los materiales de construcción etc.); la cultura no material (los ritos religiosos y las celebraciones festivos); la agroecología o el ser humano como gestor de paisaje. Los primeros estudios de la etnobotánica se realizaron en los Estados Unidos a finales del siglo XIX, tras la conquista y pacificación de las poblaciones indígenas. Ahora pertenece a la familia más amplia de las ‘etnociencias’ como la etnoecología y la etnozoología.
En ambas vertientes de la Sierra de Guadarrama había comunidades rurales vivas hasta los años noventa. La zona que Emilio ha estudiado en más profundidad, desde los años ochenta, ha sido la sierra de Segovia y Ávila. La Sierra de Guadarrama ha sido una zona rica en variedades locales, especialmente frutales, hortalizas y judías. En el uso terapéutica de las plantas destacan especies como el saúco y la manzanilla. Para la tecnología se ha utilizado el lino, el caño, las leñas y la retama para las escobas. Hasta la grafiosis, el olmo fue clave: un árbol tradicional en las plazas cuya madera fue utilizada para hacer muchas herramientas.
Además de saber qué plantas se utilizaron es importante conservar los manejos culturales, el saber de cómo hacer las cosas que se pierde fácilmente para siempre. Un ejemplo es el carboneo y los conocimientos especializados de los horneros. Incluso algo tan sencillo como hacer una escoba es un mundo; por ejemplo, la planta que se utiliza en su fabricación depende de lo que barres. Estos conocimientos tan valiosos se pierden fácilmente. En los núcleos rurales las plantas siempre también han sido importantes en los ritos espirituales y festivos como los arcos en las procesiones de la virgen, el ‘retamado’ (poner a las mozas la retama blanca) o el uso en la festividad de Corpus del cantueso (‘el tomillo del señor).
También están despareciendo los nombres vernáculos de las plantas en la Sierra, que han sido despreciados por los botánicos hasta hace poco. El ‘jabino’ (enebro) fue utilizado como combustible para los hornos de pan. En Segovia se utilizaba ‘bardeguera’ para el sauce salguera. La peonía se llamaba ‘flor de rejalgar’ y tenía mala fama por ser venenosa. El olmo se llamaba ‘álamo negro’ y sus flores ‘lámparos’; el berceo en algunos pueblos se llamaba ‘esparto’; el espino blanco o majuelo se llamaba ‘majoletero’; la jara fue ‘estepa’ en varios pueblos.
El uso tradicional de la flora se refleja en la toponimia y el paisaje. Hay muchos topónimos vegetales: Navalquejigo y Quexigal (quejigo); Bercial (berceo); Mailloso (maíllo o manzano silvestre). Los usos de la flora han sido claves en la gestión del medio natural para crear el actual paisaje antrópico: ‘un espacio que el ser humano percibe mediante sus sentidos’. Hay paisajes de gran valor ambiental como el ‘bocage’ en Segovia: un mosaico de prados, setos y pequeños bosques. Los usos ganaderos han creado las dehesas de encina, fresno y melojo con el uso del desmoche para el ramoneo de los animales. El manejo del agua y el riego también ha contribuido para transformar zonas secas en frondosas.
Emilio terminó su charla comentando sus métodos de trabajo con la gente mayor y rural en Segovia con el objetivo de conservar un saber no valorado y no tangible que 'nos escapa de las manos'. Mencionó su libro La última generación intangibles: Una aproximación a la antropología botánica de Segovia (Diputación de Segovia 2023).
Antes de la ronda de preguntas, un representante de Entorno Escorial comentó el peligro de un proyecto urbanístico especulativo, Agrohub Palacio de Monesterio, para el Territorio Histórico de la Gran Cerca. Nuestra comarca es un ejemplo único de un paisaje antrópico, motivado por los deseos de un monarca que quería buenas vistas, un coto de caza para él y pastos para la cabaña ganadera de los monjes jerónimos.
En breve colgaremos aquí un enlace a la grabación completa del acto.
Damos las gracias a Emilio por la magnífica charla y también a José de la Casa Cultura por su siempre eficaz y amable ayuda en la organización.